Es una ciudad que desde lejos se deja percibir. Su suave olor a lavanda mezclada con la brisa llevada por el viento, son la primera caricia que esta ciudad brinda a quienes la visitan.
Sensualidad, riesgo, amor, confianza, días con sol y noches con cielos despejados en los que sus estrellas alcanzan a rosar el rostro de las doncellas, suelen ser las cosas que jamás olvidarías de Victoria.
En las noches, cuando al caminar por sus anchas calles con luces amarillas y de bastones largos, pero de madera y oro; se alcanza a escuchar una agradable y placentera melodía que acompaña a quien recorre la ciudad de noche, buscando dar en cada paso, su propia paz lejos de los problemas y enemigos cotidianos que lo frecuentan rodear.
Es una ciudad que tiene techos y terrazas amplias, tanto así que el cálido sol que deja caer sus rayos de luz sobre Victoria, no quema los cuerpos de quienes en las tardes suben a los techos de la ciudad para tomar un descanso, de manera en que se puede pasar una eternidad contemplando los cielos de día y noche, y la ciudad a toda hora desde las alturas de cada casa.
Cada habitante es amable, sonriente, amigable, y feliz, con quien vive allí, visita su ciudad y claro, con la propia Victoria. El vivir en esta ciudad es estar alejado del ruido y las cosas intranquilas. El estar allí, es estar rodeado de sus hermosas mujeres y graciosos hombres. Es una ciudad que de extremo a extremos tiene campos verdes para poder correr sin temor alguno. Tiene manantiales, ríos tibios, flores, matas y árboles de toda clase, animales por doquier, aunque nunca han sido ni serán una plaga. También brinda casas hermosas, cada una con techos hechos de bambú que forman una especie de triangulo que rodea el amplio espacio de descanso en su terraza, las cuales en el centro dan espacio a que entre la luz y el soplo del viento; son viviendas con puertas grandes y amplios balcones, y dentro de ellas hay una infinidad de patios con fuentes, y coloridas flores, lugares que al estarse se puede ver los mil cielos que cambian a diario en Victoria.
Se dice que cada persona que deja Victoria, antes de abandonarla, de sus ojos se escapan leves lágrimas, y ya al estar a las afueras de la ciudad, se puede alcanzar a escuchar una triste melodía que destroza todo corazón fuerte ante la sensibilidad del apartarse de ésta ciudad.
PD: Este texto lo escribí el 30 de septiembre del 2011 (911). No le hice ningún cambio, así que de resultar erróneo, sean indulgentes.